La escritora Lluna Vicens se caracteriza por escribir con el corazón, su prosa es puro sentimiento. Incluso en estos relatos, donde aparenta ponerse en la piel de otros.
Sin dejar de ser un conjunto de fatídicas actuaciones criminales, a estos relatos no les falta humor, incluso rozando el surrealismo. Humor en el amor, en el sexo, en la muerte, en el asesinato...
Los relatos amargos y dolientes de Lluna Vicens son trallazos de emoción y sangre. Ella consigue que el crimen y el humor vayan de la mano, apelmazados con ternura, también con sexo. Incidentes, comportamientos en lo cotidiano que conducen al horror o a la risa, o a la risa y al horror simultáneamente. A pesar de algún vampiro, todo es muy cercano, tanto como nuestra propia rutina. Son traiciones corrientes, locuras inevitables, reacciones inesperadas, venganzas, obsesiones.
Son relatos de andar por casa (en el mejor sentido de la expresión, eso de estar en zapatillas en el hogar), por la calle, el barrio, el pueblo; en cualquier lugar, entre gentes comunes, el drama explota con violencia similar a la del mundo de mafi osos, pandilleros o sicarios. Porque, en el terreno de lo familiar, de lo privado, la autora busca y encuentra la desazón y hasta la muerte. Y soledad, hay mucha soledad en estas piezas literarias de Lluna Vicens, donde casi todos y todas beben gin-tonics.
Víctor Claudín