Estas páginas pretenden animar la estima y la práctica del acompañamiento espiritual, con la certeza de que constituye uno de los servicios más valiosos que los sacerdotes podemos ofrecer y que a nosotros mismos nos resulta más necesario. La escucha atenta del otro y la búsqueda de Dios y de sus sendas no representan una simple herramienta pastoral en medio de las urgencias cotidianas, sino un modo insustituible de avivar el seguimiento de Jesús en el día a día de nuestras comunidades, a veces perplejas y cansadas. Y para los presbíteros, acompañar y ser acompañados supone un modo de escuchar la voz del Buen Pastor que, por pura gracia, nos invita a parecernos a él y nos sigue llamando amigos.