La ingenua sensata es una novela, fruto de mi anterior obra —Envidia y sus hermanas—, que destaca la maldad que tiene el ser humano. Los protagonistas de aquella eran los pecados capitales en sí mismos que, viajando por el mundo, se conocían entre ellos y se contaban las posesiones que hacían a los seres humanos y sus desenfrenos con ellos. Encabezadas por Envidia, la peor de todas, estas hermanas se regocijaban de todo el daño que ocasionan allá por donde fueran y fuese quien fuese la persona poseída.
La ingenua sensata es una novela en la que también se encuentran los pecados capitales, en un marco en el que cualquiera de los lectores claramente se identificará, pues sus protagonistas son seres humanos corrientes, que corresponden a familias corrientes y actuando, en principio, de manera normal y corriente. Personas a las que, condiciones inapropiadas para sus intereses y ambientes en los que no se encuentran a gusto, les hacen desenmascararse viéndose así la mierda que han llevado en su interior desde que nacieron. A pesar de uno imaginarse lo que pueden llevar algunos de estos seres escondido en lo más profundo de su ser, nunca se llega a sospechar de lo que es capaz de hacer esta gente en tales circunstancias.