Un prefijo telefónico es tan solo una cifra que nada dice de la ciudad a la que pertenece. Tendremos que usarlo delante de otra numeración para ponernos en contacto con la persona a quien deseemos hablar. Félix Jiménez ha tomado en su mano el viejo teléfono para marcar el 920 y conducirnos, por vía narrativa, a un espacio geográfico de calles, plazas, antiguos conventos, cafeterías y despachos de abogados. Se trata de Ávila, antigua y moderna a la vez, una ciudad que es el escenario de esta novela, un prefijo al que Félix Jiménez añade otra numeración para convocar a su personaje protagonista, conversar con él y, al mismo tiempo, hacer que también nosotros conversemos con su presente y su pasado.
920 es una novela de números que va poco a poco transformándose en letra para adquirir otros matices menos fosilizados. Cuando el número ya no es cifra, sino símbolo, entonces la realidad puede ser mito, leyenda o pura imaginación a la que le han crecido novísimas alas.